martes, febrero 27, 2007

El glamour del coco



Cuando eres un crío y caes en manos de un adulto que te cuenta cuentos, debe ser jodidamente difícil no crecer aterrorizado, que no te genere una personalidad supersticiosa, vengativa y llena de los malos rollos que siempre hay en los cuentos infantiles. En esas historias, los niños y los personajes con los que se tienen que identificar nuestros infantiles oyentes, las suelen pasar verdaderamente putas.A tan temprana edad descubrimos que la vida de los protagonistas están llenas de miserias, de hermanas envidiosas y de lobos despiadados que derriban hogares felices. Cuanta culpa de mentes atormentadas y horribles pesadillas no tendrán los hermanos Grimm con sus brujas maléficas, retorcidos encantamientos y bosques tenebrosos. Caperucitas vengativas y lobos antropomorfos de Perrault también hicieron de las suyas. O Andersen con sus soldaditos deformes y su cerillera agonizante en el gélido invierno sueco. Amenazas, advertencias,cocos, hombres del saco, diablos y fantasmas, espantaban las cunas infantiles envenenando sueños. Pero todo aquello nos gustaba. Mi padre es un cuentista genial. Mis hermanos y yo,siempre nos quedábamos embobados con los ojos abiertos ante la presencia súbita de lo desconocido y lo maravilloso. Con sus historias acerca de una fascinante seta genio y princesas encantadas, de dragones y castillos lejanos en cordilleras infranqueables... ¿Qué lección sacamos de todo esto? Está claro: los niños son un público muy dificil. No suelen creerse casi nada. Es complicado que nos presten atención si les hablamos de historias para niños, ellos buscan (buscábamos) los bajos instintos, el peligro y la fantasía. Contradictorio ¿ no ?

1 comentario:

elpibedealabama dijo...

los cuentos son duros y crueles, una manera de preparar al niño para las cosas que tenddrá que afrontar de mayor. a mi me gustaba mucho el de el lobo asomando la patita por debajo de la puerta