sábado, noviembre 25, 2006

tan lejos, tan cerca

Una pequeña multitud esperamos el cambio de luz del semáforo en la populosa avenida. Llueve ligera pero incansablemente. Lleva toda la mañana haciéndolo.Choque de paraguas de oficinistas somnolientos y apresurados, mal genio. El ruido de las ruedas de los coches sobre el asfalto mojado se entremezcla con risas y conversaciones banales nada interesantes. De pronto entre el barullo acierto a oír una frase que capta mi total interés, hace que me vuelva como un resorte:
-"... dá para una entrada en el blog". risas
Sintonizo. Confieso que nunca antes había conocido fisicamente a un bloguero, no fuera del universo virtual de códigos y cables. Es una chica, me gusta su voz. Allí, a un par de pasos no es un personaje anónimo y virtual. Siento curiosidad por saber la forma en que hará públicos sus secretos. Oyéndola hablar acerca de un misterioso pos-it en un espejo de un cuarto de baño, presiento que lo va a hacer con i+d: inteligencia y desparpajo. En ese tono irónico-sarcástico tipo sexo en New York. Esos son los blog a los que me suelo enganchar; gente que cuenta sus pequeñas o grandes historias con ciertas dosis de humor, cinismo y sin pedanteria.
Luz verde. Al unísono cruzamos la calle. Las chicas se van en otra dirección. Lástima que no la pueda dejar un comentario.

martes, noviembre 21, 2006

contradicciones saladas

No soy una persona de lágrima fácil. Creo que podría decir con rotundidad que nunca nadie me ha visto llorar por amor, por una pérdida, por impotencia o por nostalgia de tiempos pasados. No digo que no haya pasado y que yo sea el tio más insensible sobre la faz de la tierra, ni que duerma con los puños cerrados de lo duro que soy. Simplemente que casi nunca ha ocurrido delante de mis semejantes. ¿Arrogancia y supuesta valentía por no derramar ni una lágrima? Pues no. ¿ Quizás un empeño por no mostrar sentimientos y debilidades delante de nadie? Creo que tampoco. Llorar es un sentimiento tan humano y natural como la risa. No hay nada terrible en llorar y emocionarse.
Las palabras claves para hacerme llorar son predisposición y actitud. Sí, tengo que estar motivado para llorar. Entonces, lo puedo hacer por cualquier nimiedad, incluso por situaciones que en el fondo ni me van ni me vienen. Hace poco me pasó con la chica esa que detuvieron en Méjico con unas balas en su equipaje; verla llorar de felicidad o desahogo en el aeropuerto hizo que yo lo hiciese. Para mi llorar y cine frecuentemente también van unidos, las imágenes mentirosas se mezclan con sentimientos sinceros y reales en una comunión extraña, sobre todo si hay una música motivante que me arrastre sin piedad, entonces si que soy presa fácil de la llorera ...
Ayer fue un dia de lágrimas también: vi quizás por última vez mi ex-coche ¿se dice así?¿Ex-coche?. Me dió un poco de pena tener que abandonarlo, pero nada, no lloré. Quizás alguna banda sonora tristona si hubiese ayudado.
Mucho más dramático, y lo que realmente hizo que se me saltasen las lágrimas fue ver estas duras imágenes de maltrato animal. Con eso si que no puedo...

jueves, noviembre 09, 2006

inseguridad

No.Esta vez no me han pseudoatracado como hace diez o doce post.Aunque sigue habiendo una inseguridad ciudadana que no desmerece del San Andreas, este post no va de eso. Ahora son las dudas, dilemas e inseguridades las que me corroen. Pero nada de planteamientos metafísicos y trascendentales que no se puedan demostrar empíricamente,nien, es algo mucho más mundano y real:es la simple elección de un coche nuevo. Llevo casi un mes para decidirme. Diréis "un coche es una importante decisión". Sii. Pero es así casi con todo... No me gusta mucho tomar decisiones más o menos importantes; y no por tener la sensación de certeza de equivocarme, no es eso. En general acepto mis equivocaciones con bastante dignidad. Es por el proceso de machacamiento mental que conlleva plantearte distintas posibilidades.
En el fondo nuestra capacidad de decisión está limitada a un momento en el tiempo. ¿Sabes con rotundidad que has tomado la decisión correcta? Pues no, te limitas a intentar ordenar las piezas del puzzle, a valorar unos parámetros y a elegir. Y lo peor es que constantemente estamos eligiendo. Si, yo soy una de esas personas inseguras a las que le cuesta mucho tomar decisiones, de las que navegamos en un desasosiego de incertidumbre constante. Aunque como todo, dudar también tiene sus ventajas: consideras y reconsideras, valoras una y otra vez las variables del asunto, le das mil vueltas para terminar con un " que sea lo que tenga que ser". Y todo esto te mantiene entretenido. Nada que ver con las imposiciones de las certezas y de tenerlo todo meridianamente claro a piñón fijo. Aunque si inventasen algún programa informático (de software libre por supuesto), que calibrase decisiones y dudas solamente con especificárselas por escrito,me vendría francamente bien y seguro que tendría un gran éxito. Una especie de subconsciente virtual consultivo, una segunda opinión no vinculante. Uhmm, seguro que Google Inc ya está trabajando sobre ello.